Aunque las primeras investigaciones sobre los ultrasonidos se hicieron en el año 1883 por un investigador llamado Galton, no fue hasta principios del siglo XX cuando comenzaron a hacerse grandes avances en todo lo relacionado con el estudio de los ultrasonidos, no solo en aplicaciones de acústica y subacústica sino también en industria y medicina.
Con el paso del tiempo la cavitación se ha ido perfeccionando hasta tal punto que se ha convertido en una de las grandes técnicas actuales para moldear el cuerpo, ofreciendo formidables resultados en unas 10 sesiones aproximadamente.
Además, otras de las ventajas que tiene es que no es un tratamiento invasivo como puede ser la liposucción (que también es más cara), se reducen notablemente los riesgos que hay que asumir por una infección o también por la anestesia.
A ello hay que sumarle que es un tratamiento completamente indoloro, solamente se nota una sensación de calor y masaje en la zona donde se aplica la cavitación debido al trabajo que realizan los ultrasonidos sobre la zona subcutánea de la piel.
Los resultados son visibles después de la segunda o tercera sesión aunque no se verá el resultado final hasta que no se acabe el tratamiento, un tratamiento que comenzó como una mera investigación para conocer cuáles eran los límites de la audición humana y que finalmente se convirtió en una técnica que tiene muchos usos, entre ellos el estético, como hemos conocido en esta entrada.